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Instalado en el Fuerte Santo Antônio da Barra, el edificio militar más antiguo de Brasil, cuya construcción data de 1534, el Museo Náutico de Bahía es único en su tipo en todo el estado, reuniendo una valiosa colección de hallazgos arqueológicos subacuáticos, una colección de instrumentos de navegación. y cartelería náutica, maquetas, miniaturas de embarcaciones de diversos orígenes y una exposición permanente relacionada con la geografía, historia, antropología y cultura de la Bahía de Todos os Santos, además de la vida marítima, militar y administrativa de la ciudad de Salvador, primera capital y su ciudad más importante durante más de tres siglos.



Construido incluso antes de la ciudad de Salvador, que data de 1549, el Fuerte de Santo Antônio da Barra es un bello ejemplo de la arquitectura militar portuguesa del siglo XVI. Su privilegiada ubicación en la esquina de la bahía, desde donde se puede apreciar una hermosa vista al mar, la elegancia de su disposición, así como la grandiosidad de sus espacios internos, atraen la atención de todos los que allí se acercan.



El edificio es sin duda el principal atractivo del Museo, cuya colección permite al visitante tener un contacto directo con la historia secular del país a través de la exhibición de utensilios domésticos, monedas, sellos, cilindros y materiales de guerra que estuvieron sumergidos durante unos 300 años y que terminó surgiendo como resultado de la primera investigación submarina de este tipo en toda la historia del país. Objetos que permiten al público experimentar aspectos importantes de la vida cotidiana de los primeros brasileños y que junto con las otras piezas de la colección del Museo Náutico de Bahía ayudan a comprender la presencia, importancia y significado del mar y la vida marina en la formación y desarrollo de la sociedad brasileña.



En el Forte se encuentra el Farol da Barra, una de las postales de Bahía más conocidas en el mundo. El faro original se instaló en el fuerte en 1698, siendo el primero en toda América. Lámparas de aceite de ballena protegidas por vidrios que señalaban a los navegantes la entrada a la bahía. Las sucesivas renovaciones transformaron el faro original en 1839, 1890 y 1937, cuando finalmente fue electrificado.

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